Etapa larga, de unos 40 kilómetros por un camino paralelo a carretera en su gran parte. La primera población que encontramos es Reliegos y a escasos 6 km, Mansilla de las Mulas. Como ya llevo andando mucho rato, descanso en un bar y de paso recupero fuerzas.

He salido muy temprano calculando que podría llegar a León antes de que cierren los salones de belleza. Me toca manicura. Y he reservado hora para el relleno de las uñas de gel. Todo controlado. Así que la música me ayudará a andar más relajada y rápida hasta León. El paisaje es monótono y la temperatura empieza a hacer estragos. Espero que la previsión de lluvia en León, por la tarde, espere a que haya llegado a destino.
Pasado Mansilla de las Mulas encontraremos Puente Villarente. En 2015 coincidí con un lugareño muy amable que me explicó su participación en el proyecto de la pasarela de madera para evitar que los peregrinos andáramos por el puente de piedra, junto al tráfico de coches que circulan por él. Era un punto negro donde se producian constantemente accidentes entre peregrinos y vehículos.
La entrada a León se eterniza. A medida que vamos visualizando la Ciudad nos damos cuenta de que antes de llegar al casco urbano o centro, andamos entre zona industrial y avenidas con viviendas y comercio pero que aún nos queda mucha distancia para llegar al centro. Calculo haber andado más de 4 kilómetros hasta acceder a las calles más típicas del casco antiguo y dar con Hotel «La Real Colegiata de San Isidoro», donde me hospedo esta noche.
El Parador de Turismo de San Marcos está cerrado por obras de reformas en sus habitaciones hasta el 2020, aproximadamente.
Antes de entrar en la Real Colegiata diviso una monumental edificación eclesiástica. Es la Basílica de San Isidoro. En su origen fue un Monasterio dedicado a San Pelayo, aunque se supone que anteriormente se asentaba en sus cimientos un templo romano. Con el traslado de los restos de San Isidoro, obispo de Sevilla, Doctor de las Españas a León, se cambió la titularidad del templo.
Mi habitación doble de uso individual parecía un apartamento para 3 personas, por lo menos. Ubicada en un pasillo amplio que rodeaba un patio me pareció muy espaciosa y cómoda. Con ventanas enrejadas que daban a la muralla trasera de la Basílica. La señal wi-fi no era muy buena, supongo que es normal con el grosor de los muros del edificio. Usé media habitación, en realidad. El baño, grande también y completo, está reformado y se ve muy moderno y nuevo. Todo el recinto es como un museo. Pude disfrutar del lugar paseando por la tarde por allí.
Tuve un problema con la cena. Tenía reserva de media pensión y en recepción me dijeron que no daban cenas, así que tuve que salir a cenar fuera. Al regresar pagué la cuenta para no esperar por la mañana que siempre andamos con prisas los peregrinos y cuál fue mi sorpresa al ver en la factura cobrada «la cena»?. Entonces me pidieron disculpas por el error. Me descontaron los 17 Euros de la cena.
El lugar tiene encanto, pero ante la opción del Parador, prefiero este último ya que el personal es más eficiente, amable y considerado, entre otras cosas, porque te llevan la maleta a la habitación y no he de arrastrarla yo, como me pasó en este lugar.